El minián de los sábados


Por SANDRA LEV EPSTEIN

Rezar, estudiar, compartir nuestras visiones, nuestras diferencias (que, a veces, no son pocas). Todo esto y mucho, mucho más… es el espacio sinfónico, coral, vibrante de tfilá y estudio de cada mañana de shabat en nuestra Comunidad. Una oportunidad para seguir construyendo juntos nuestro Beit Midrash, nuestra pequeña yeshiva. Un espacio para honrar nuestra herencia, anclados en el presente, para seguir construyéndonos.

Las mañanas de shabat se transforman en una oportunidad para profundizar con otra cadencia y atención plena. Un tiempo de búsqueda de respuestas que devienen en preguntas y, así, generamos todos juntos nuevas posibilidades de abrir nuevas ventanas hacia el conocimiento…Parte de lo que también sucede en “el minián de los sábados” incluye replantearnos nuestra mirada y nuestro compromiso a la hora de encarar el presente y el potencial futuro del judaísmo del que hoy somos protagonistas. Por momentos, ¡un enorme desafío!

A lo largo de estos años hemos sostenido y rediseñando nuestro “minián de los sábados”, atravesados por el mensaje eterno de la Torá. Ancestral y siempre diferente, como nosotros… Cada año, en cada nueva relectura nos sentimos interpelados a ensayar y hacerle lugar a una nueva visión. Y, a veces NO, y también ¡vale! Juntos y cada uno en particular vamos construyendo nuestro camino, dentro de este oasis de aprendizaje que nos lleva a viajar por nuestras fuentes en forma abierta y respetuosa. Hemos tenido la bendición de contar con voces invitadas. Distintos rabanim y morim que nos han regalado sus valiosas miradas, su personal sabiduría.

Kol Ha Kavod a todos ellos. ¡Gracias siempre! Como dice nuestro querido Rab Ale, GRACIAS TOTALES a todos ellos por abrirnos los ojos, alargar nuestras miradas, por intentar elevar nuestras almas un poquito más cerca del Cielo y de nuestros prójimos. Por ayudarnos a pensar, que sí hay nuevos y diferentes modos de transitar nuestras vidas, nuestro ser judío en la diáspora y, mucho más…Finalmente por intentar hacer un poquito más completo nuestro corazón y, así, intentar transformarnos en mejores seres humanos, más íntegros, mejor integrados y poder soñar para nosotros y la humanidad todo un mundo mejor, con más oportunidades y menos desigualdades. Porque de esto se trata la vida…tan difícil tarea, tantas veces. Así, también, vivimos nuestro minián de los sábados.

Cada shabat, la Torá toda, en cada letra, en cada secreto allí guardado, nos desafía e invita a comprometernos con nuestra historia, nuestro legado, como ha sido de generación en generación desde la génesis de nuestro pueblo.

Una valiosísima herramienta para volver la mirada hacia adentro, bucear más profundo y conectarnos un poquito más con todo aquello que muchas veces creemos que ya sabemos, otras tantas definitivamente no. Y nos resulta tan difícil de comprender y asimilar. Ella es la puerta de entrada para encontrar aquella palabra, ese verbo, ese pequeño susurro que se abre hacia una multiplicidad de sentidos y nos conecta con nuestra propia, íntima neshamá.

Ni la pandemia ni los obstáculos, que muchas veces se presentaron en el camino, pudieron amurallar nuestros encuentros. Detenerlos. Muy por lo contrario, crecimos a contrapelo de la adversidad, de la distancia y de las circunstancias, muchas veces tan dolorosas, que a cada uno de nosotros le tocó atravesar. La paradoja es que, siempre teniendo presente a aquellos que ya no están y nos han regalado sus almas, sus mejores dones y sabias visiones, ¡cada día somos más! Desde distintos lugares del mundo… Estamos todos JUNTOS. Seguimos construyendo todos JUNTOS.

¡¡¡Somos Amijai, estamos de cumpleaños y vamos por 30!!! En nuestro minián, también apostamos a una visión superadora e integradora de todo aquello que nos eleve y nos haga vivir más alto nuestro judaísmo. Ensayando nuevas formas de repensar cómo seguir avanzando, incluyendo y aprendiendo de las nuevas almas que nos regala el camino y eligen abrazar y sumarse al Pueblo de Israel. Di-s les regale a todos ellos aquello que han venido a buscar y más…

La Torá es nuestra maestra, el agua pura, que está allí, siempre nutriéndonos y nos invita a sumergirnos en la inalterable frescura de su Sabiduría.

Rezamos y estudiamos. Estudiamos y rezamos, en el intento de aprender un poquito más sobre quiénes somos, quiénes fuimos y quiénes aspiramos a ser, sabiendo que Di-s nos acompaña siempre, en esta Ruta Eterna…

En la cabecera de nuestro espacio, literalmente, nuestro querido Rab Ale, moré generoso, sabio y amoroso, siempre siguiendo el texto al pie de la letra, confrontándolo con diferentes fuentes, ¡poniendo su cuota de humor que siempre nos descontractura y hace tanto bien! Nuestros seminaristas Mati Bomse y Brian Bruh, pequeños – grandes jajamim. Dedicados, estudiosos, tan valiosos, tan queridos. Nuestra rabina Sarina Vitas, gran morá, inmenso ser humano. ¡El perfume de mujer sabia y cálida que siempre necesitamos! ¡Definitivamente hay equipo! Asé Lejá Rav (adquiere para ti un maestro). Gracias por tenerlos, por ser tan generosos. Gracias por TODO.

Una mención muy especial para nuestros compañeros que con pasión y compromiso se afanan en el estudio, preparación y lectura de las distintas aliot que integran la porción semanal de lectura. Voces de mujeres y hombres dedicados que, a través de su emoción, nos cantan la Torá, ayudándonos a ingresar en un viaje hacia aquellos lugares de nuestra historia, de nuestra memoria personal, en los que cada uno de nosotros escucha, siente y encuentra un valioso mensaje. Su propio eco y, siempre, la presencia inefable de Di-s. Sin ustedes, nuestro minián de los sábados, no sería posible. Gracias infinitas a todos.

A nuestra bulliciosa mesa de estudio también le sumamos una “mesa de sabores”. Entre cafecitos, medialunas y alguna que otra delicia, también allí se alimenta el encuentro y se genera un momento distendido para conocernos un poquito más y ponernos al corriente de nuestras vidas. Un ratito que, a veces, se alarga…bajo la mirada cómplice de nuestro Rab que siempre nos llama a volver al estudio.

Somos los herederos de aquella generación del desierto, de la que cruzó el rio, de las que libraron más de una batalla para legarnos nuestra tierra de promesa y construir un valioso tesoro, que tenemos que cuidar cada día. La enorme y pujante nación de la que hoy gozamos. Israel JAI!

Nuestro Amijai es también el fruto del trabajo y el gran esfuerzo de un grupo de mujeres y hombres que con visión, pasión y compromiso apostaron por aquel proyecto que hoy es una realidad pujante que sigue soñando, trabajando, creciendo y nos enlaza de generación en generación.

Celebramos juntos un nuevo año 5784. Seguimos caminando, avanzando.
Celebramos juntos los 30 años de nuestra vigorosa Comunidad. ¡Todo para celebrar! Somos Amijai. ¡Am Israel Jai! Una bendición.

GRACIAS a mi Rab, a todo el enorme equipo que hace posible el día a día de nuestra Kehilá, a mis compañeros de cada shabat, a todos y cada uno por sumarle sabiduría, amabilidad y belleza a nuestro minián de los sábados. A nuestra hermosa Comunidad por seguir siendo esa casa, esa familia comunitaria en la que siempre queremos estar, a la que siempre queremos volver.

Sandra Lev Epstein