En una conversación con Laura Swiszcz, surgió la posibilidad de escribir sobre cómo “conectamos” la música y la tfilá en AMIJAI. En el siguiente texto traté de reflejar la experiencia propia y del equipo de SHLIJEI TZIBUR de AMIJAI en todos los años que llevamos compartiendo esta maravillosa experiencia:
El desafío es buscar el equilibrio entre la conexión espiritual y estética musical.
Somos un grupo de apasionados por lo que hacemos, que se enfrenta a un desafío extraordinario: crear música que llegue directamente al alma de quienes anhelan una conexión espiritual profunda.
Como nos enseña Pirkei Avot, «Los sabios, los estudiantes y los músicos aumentan la paz en el mundo».
Este desafío no solo demanda talento musical, sino también una comprensión empática y un amor apasionado por la espiritualidad compartida.
La música es un lenguaje del alma, y en Amijai sabemos que puede ser el puente entre lo terrenal y lo divino, entre unos con otros, y entre uno con uno mismo
La música, con sus ritmos y melodías, tiene el poder de tocar las fibras más profundas de nuestro ser. Es un canal que nos permite expresar emociones, reflexionar sobre la vida y experimentar una conexión profunda con lo trascendental.
Quienes tenemos la responsabilidad de liderar los espacios de tfila, nos entregamos a este desafío con mucha responsabilidad.
Sabemos que la música es una herramienta poderosa para elevar el espíritu y fortalecer los lazos entre las personas. A través de la música, podemos llevar a la comunidad a un estado de contemplación, donde buscar respuestas a las preguntas más profundas de la vida.
Otro de los puntos reside en encontrar la armonía entre la tradición y la innovación. La música es un río que fluye constantemente, y en ese sentido tratamos de honrar la rica herencia cultural y tradicional de nuestro pueblo, mientras exploramos nuevas formas de expresión que resuenen con los corazones de todos. Esta dualidad refleja la importancia de mantener una conexión sólida con la tradición espiritual mientras se abraza la evolución y el crecimiento.
Otro desafío es la diversidad de la propia comunidad.
En Amijai, personas con distintas experiencias y búsquedas espirituales se reúnen en un abrazo de unidad. La música debe ser un faro de inclusión, capaz de unir a todos bajo su luz, independientemente de sus creencias individuales. Esta inclusión es esencial, ya que la música puede ser un puente para conectar a personas con diferentes miradas acerca de “lo espiritual”.
Por eso nos entendemos con SHLIJEI TZIBUR y no simplemente músicos,
Shlijei Tzibur significa “enviados de la comunidad”.
Nos brindamos con pasión y determinación. Cada palabra impregnada de significado, cada nota llena de emoción, es un tributo a la búsqueda de la conexión espiritual y una expresión de amor incondicional por la comunidad. La música y la espiritualidad se entrelazan en este esfuerzo para elevar el alma y fortalecer la conexión de todos los que participan.
Nuestra satisfacción en ver cómo la música que creamos en cada tfila, provoca lágrimas de alegría y suspiros de esperanza. La conexión espiritual es un testimonio vivo del poder de la música para sanar y elevar las almas. Es a través de esta unión de música y espiritualidad que la comunidad puede encontrar acompañamiento en momentos tristes, inspiración y renovación de la fe.
Nuestro desafío es un viaje de amor, emoción y espiritualidad.
La música no solo busca entretener, sino también inspirar, sanar y fortalecer los lazos espirituales de la comunidad. En cada acorde y cada letra, se entreteje una red de conexiones espirituales que nutren y elevan las almas de todos aquellos que se sumergen en esta conmovedora travesía, demostrando así la importancia de la música y la espiritualidad en nuestras vidas.