Los artistas del Templo

La simbología plasmada en arte presenta en Amijai los elementos esenciales de la naturaleza: agua, fuego y aire. Fuentes de energía que nos sugieren, una y otra vez, elegir la vida.

Amijai nació en 1993 pero, sin dudas, uno de los momentos más importantes de su historia fue la construcción e inauguración del edificio que contiene su templo y sede comunitaria.

Construir un templo no se trata solamente de ladrillos, hormigón y trabajo. Además de los requisitos halájicos, fue importante para Amijai, desde un principio, que lo material reflejara su distintiva manera de vivir la espiritualidad y la conexión con lo Divino. Por eso, nuestras ceremonias y servicios religiosos incluyen música ejecutada con toda la belleza y sensibilidad de sus intérpretes. Y quienes visitan nuestro templo se ven rodeados de obras de arte de gran valor y profundo simbolismo.

Esta edición del Anuario presenta, con mucho orgullo, a los artistas del templo.

El edificio del Templo

El estudio de arquitectura Urgell-Penedo-Urgell fue el elegido para llevar adelante el diseño y la construcción. Para su proyecto se tuvieron en cuenta varias ideas centrales. Por un lado, tendría que tratarse de una construcción segura a prueba de posibles atentados.  Por el otro, con el fin de despojarlo de aristas, existía el deseo de que el templo se asemejara a una tienda de campaña en el desierto. Además, una premisa fundamental era que el diseño pudiera contribuir a enriquecer la acústica. Y, por último, había que ubicarlo alejado del muro de la calle y rodeado de jardines. Todo esto se cumplió minuciosamente.

Vincular la arquitectura al arte arrojó resultados prodigiosos. La sorprendente acústica, comparable a la de los mejores teatros del mundo, se logró con la estudiada combinación de distintos recursos, entre los que se destacan el cielorraso con paneles que forman una trama especialmente diseñada, los dos muros inclinados laterales a modo de branquias con escamas de madera colocadas especialmente a una determinada distancia una de otra. La calidad de los conciertos que se realizan aquí es valorada por la experiencia personal de afamados artistas como Bruno Gelber, Shlomo Mintz, Pinchas Zuckerman, entre otros.

El edificio del Templo
El edificio del Templo

Se puede apreciar el énfasis puesto en la combinación de lo estético y lo espiritual a través de distintas expresiones artísticas. De hecho, se logró una fuerte presencia de la simbología religiosa.

Por supuesto, la construcción debía respetar la ley judía. No son muchos los requisitos para erigir una sinagoga, pero se respetaron todos ellos. El Arca que contiene los rollos de la Torá se encuentra en la pared oriental, mirando a Jerusalén, de modo tal que al rezar uno mire hacia una vida judía plena. No se debe, en lo posible, ingresar al templo directamente desde la calle y en nuestro caso atravesamos un hermoso jardín. Tiene ventanas para poder ver el cielo porque ayuda a ablandar el alma y recibir inspiración para rezar. Las dos rajas en la pared oriental y otras tantas en varias paredes permiten cumplir con esta premisa. Y, tal como se aconseja, todo el frente está circundado por una fuente de agua, símbolo de pureza.

Nada mejor que citar a los propios arquitectos, del estudio Urgell-Penedo-Urgell, quienes así relataron su experiencia como constructores del templo:

“No hay, desde la intención, número mágico u oculto misterio que regule las proporciones y relaciones de la forma en este sinuoso volumen de hormigón. Quizás ese número o esa clave exista detrás de la conciencia de quienes durante largos meses fuimos dando forma a los trozos de cartón, a los dibujos que fueron concretando este leve caparazón.

Resultado de una combinación de voluntades creativas, de deseos que quedan rondando el subconsciente de algunos de nosotros… Probablemente haya una relación numérica–simbólica que, por encima de torpes y ciegos intentos, haya guiado nuestras manos e intenciones hacia el objeto ahora visible.

De cualquier manera, nos restringimos a intentar una forma que, casi instintivamente, cobijara, protegiera, reuniera. Habría que buscar qué formas ancestrales, tras qué objetivos difusos y eternos, se encuentran en las raíces de la historia y la memoria… en todo caso, preferimos dejar sin explicación racional algo que seguramente no ha de tenerla.

Animándonos a torcer la piedra–hormigón, refugiándonos en la calidez de la madera, intentando espacios interiores y exteriores que multipliquen las experiencias visuales. Sin las ataduras de las geometrías sagradas, haciendo uso de una libertad expresiva que entendimos lícita y posible, hemos intentado a cada paso dar forma al espacio adecuado para el vínculo con lo divino”.

En 2008 el edificio ganó el Primer Premio de Arquitectura otorgado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a las mejores obras arquitectónicas de la ciudad.

La obra arquitectónica fue seleccionada para participar de la exposición de la Bienal de Venecia de 2012 y formó parte del libro catálogo de arte y arquitectura de ese año.

Las puertas del Templo

Las puertas del templo principal fueron realizadas en bronce natural por el escultor y joyero Ariel Scornik. Son realmente majestuosas. Tienen una lectura de lejos, que recuerda la columna de fuego que guio a los judíos en el desierto; y otra lectura de cerca, en la que se distingue claramente el logo de Amijai.

Las puertas del templo
Las puertas del templo

Ariel Scornik relató así su trabajo:

“Durante varios días me costó conciliar el sueño, hasta que hice una pequeña maqueta, con una primera idea. Este diseño tenía un motivo central muy fuerte. Luego de eso, y de la misma manera en que se diseñan joyas a partir de una piedra, intenté incluir parte de los sentimientos y esperanzas de quienes me habían encomendado el trabajo. Entre ellos, sabía que estas puertas debían tener majestuosidad. Tenían que recordar de algún modo las columnas de la entrada del Templo de Salomón, cuya magnificencia impactó al mundo de la época. Además, debían recordar la columna de fuego que guio a los judíos en el desierto y tener una lectura distinta desde cerca y desde lejos.  

Así comenzamos a realizar las puertas del templo de Amijai, donde tuve que aplicar, para superar problemas técnicos y desafíos, todo lo que aprendí en mi vida, en todos los campos del arte, de la artesanía y de la metalurgia”.

Ner Tamid (la luz eterna)

La maravillosa obra de cobre que cuelga del techo y dentro de la cual arde siempre una llama fue realizada por el joyero Juan Zanotti. Esta llama se denomina “Ner Tamid” o “llama eterna encendida perpetuamente” y recuerda el candelabro del Templo de Jerusalén. Es la representación simbólica de la presencia Divina.

Ner Tamid (la luz eterna)
Ner Tamid (la luz eterna)

En palabras de Juan Zanotti, así fue como llegó a Amijai esta obra de arte:

“En el mes de octubre de 2003, Natalio se acercó a visitarnos por la exposición de anticuarios y joyeros, que se realizaba en el Hotel Sheraton.

En esa oportunidad, me comentó que estaba buscando un “Ner Tamid” para el Templo. Sin dudarlo, le comenté que me gustaría acompañarlo en esta búsqueda. En ese mismo momento, comencé a dibujar y a hacer varios diseños.

Presenté dibujos y luego la maqueta que por supuesto fue aprobada. También se me adjudicó el diseño y la realización de las mezuzot del templo principal y de la parte administrativa.

Y así es como hoy estoy realmente orgulloso de participar en un proyecto tan significativo para esta Comunidad Amijai y poder estar junto a Chiche en este sueño hecho realidad, tan importante para su vida como para toda la sociedad”.

Arón Hakodesh

Sin lugar a dudas, el centro de atención de una sinagoga es el espacio donde se guardan los Sifrei Torá, los rollos de la Torá. Hacia ese espacio, ubicado siempre en la pared oriental, dirigimos nuestra mirada y nuestra plegaria.

En Amijai el Arón Hakodesh es una increíble talla de madera realizada por el artista Francisco Ezcurra. Las dos puertas se deslizan hacia los costados y simulan un manto de tela que cae desde lo alto, se apoya en la piedra y cuelga con todos sus pliegues. En él están talladas las cuatro letras del nombre inefable de D´s.

Arón Hakodesh
Arón Hakodesh

Compartimos con ustedes el testimonio de artista Ezcurra al momento de presentar su obra:

“Cuando me llamaron de Amijai para realizar el proyecto del Arón Hakodesh del nuevo templo, contaba ya con la experiencia de algunos trabajos previos realizados, que de alguna manera marcaron las primeras ideas.

Fue también muy condicionante que la gran pared que cerraba el fondo del templo, era una decisión de proyecto ya existente, con su inevitable asociación de la imagen del Nuevo Jerusalén y una presencia muy fuerte en el espacio del templo. Por eso, la primera decisión fue abandonar la idea del Arón Hakodesh como un mueble adosado al muro y convertir al mismo muro en una gran custodia.

Aquí es donde aparece el problema visual de agujerear el muro de piedra sin que la gran abertura de cuatro metros, necesaria por la cantidad de Torot calculadas, no destruyera el carácter sólido, pesado, duradero y consistente que se quería transmitir.

Arón Hakodesh
Arón Hakodesh

La solución del gran velo de madera, que cubre sin ocultar del todo, tiene que ver con mi propia imagen de lo sagrado, lo trascendente o lo mágico como algo velado, a medias revelado y a medias oculto. Esta idea de la veladura, del sujeto sugerido más que expuesto, es bastante recurrente en mi escultura, que refleja esa pequeña frustración humana de no poder expresar cosas trascendentes de manera frontal o directa, y que se hace evidente sobre todo cuando tratamos de pisar en el terreno de lo religioso.

Esto que podríamos llamar “función religiosa” de la escultura, al formar parte del proyecto del templo, ha sido también uno de los puntos más interesantes del proceso de diseño, ya que requirió de un trabajo en equipo entre el artista, los proyectistas, el comitente y el rabino, faltando ahora solo el juicio de la comunidad.”

Etz Jaim – El Árbol de la Vida

La escultura de Clorindo Testa está ubicada en el jardín. Se trata del magnífico “Árbol de la vida” destinado por la Comunidad a perpetuar la memoria de los seres queridos fallecidos, a través de cada una de las hojitas de bronce, bajo la luz de una llama eterna que queda siempre encendida.

Etz Jaim - El Árbol de la Vida
Etz Jaim – El Árbol de la Vida

Vale la pena recordar cómo fue la historia de esta escultura. Cuando estaba en construcción el templo, se decidió llamar a concurso para contar con un Etz Jaim en el parque. Numerosos concursantes presentaron sus propuestas en sobres cerrados bajo un seudónimo. Cuando llegó el momento de designar al ganador, el jurado eligió este árbol estilizado y colorido por fuera, con toda la fuerza del hormigón y la dulzura de sus pequeñas hojas de bronce. Sin saber a quién pertenecía, se abrieron los sobres y el autor resultó ser el renombrado arquitecto Clorindo Testa. La escultura tridimensional y tan emotiva como espacio para la memoria hoy embellece el jardín de nuestro templo.