Nace una Comunidad


Por MIRIAM LUNIC

Éramos todos diferentes, jóvenes, fogosos, entusiastas; con algo en común: los hijos y el deseo de seguir conservando con ellos la herencia de la cultura judía plena, cerca del alma de la gente, cerca de sus celebraciones, de sus crisis y de sus logros, eligiendo siempre la vida con los valores universales.

¡Todos guiados por el Ruaj! Con ese espíritu creamos lo que entre todos entendíamos como “nuestra forma” de ver una Comunidad. Con diferencias, pero con entusiasmo; discutiendo y también peleando; festejando el entusiasmo. Con respeto y con afecto… lo creado se fue desarrollando. Para compenetrarnos más y conocernos mejor hicimos un Majané que llamamos Breishit, al que concurrimos las nueve familias con nuestros hijos a pasar 3 días en carpa. ¡Fue maravilloso! Y le siguieron otros majanot más cómodos y siempre felices. El mar de la Vida se abría a nuestros pies.

También atravesamos nuestro propio desierto, con las quejas, las críticas, la incertidumbre ante como resolver los conflictos que nuestra propia condición humana nos planteaba cada día. A la vez, cada uno proponía nuevos miembros para que participaran del camino.

En los diferentes momentos de la evolución de la Comunidad, cada uno iba aportando su cuota de Moshé para guiar y seguir en el camino. Cuando el aporte era útil, nos permitía continuar un poco más. Si bien teníamos un guía, todos sabíamos que lo importante era el minian. Tuvimos la suerte de tener gente que, sin necesitarnos, nos eligió como depositarios del kavod para construir el “Mishkan” en honor a la tradición que le legaron sus ancestros.

El aporte y construcción del Templo fue un momento maravilloso. Y más maravilloso aún, cuando en los últimos Iamim Noraim, la familia que donó el nuevo edificio, no tuvo inconveniente en que la ceremonia se realizara en un lugar más grande donde pudiera concurrir cualquier judío que lo deseara. ¡Eso es grandeza!

Y cuando fue necesario, enfrentamos el final de un ciclo y la elección de un cambio en la conducción para seguir adelante. Y seguimos juntos. Los nuevos aires marcaron el camino de la tradición y seguimos forjando identidad como personas y como Comunidad.

Los desafíos externos como la pandemia nos interpelaron, pero nuestro maná cotidiano, además de soluciones a través de las tefilot, de los jaguim, del cumplimiento de las mitzvot, aportaba la tecnología moderna, traída por nuestros jóvenes que, integrada a nuestros valores y tradiciones, nos permitió implementar soluciones que nos ayudaron a sostenernos en la distancia física, con enorme cercanía de nuestras almas. El Alma de nuestra Comunidad en esos momentos se alzó con todas sus fuerzas y colaboró con quienes lo necesitaban dentro de la Kehilá y fuera de ella, las mujeres, Almas de Amijai, cocinaron, armaron y transportaron viandas; los hombres se sumaron. Cada nueva acción nos fortalecía y nos impulsaba a más.

Wireless pero siempre con Hebrew taam, mantuvimos nuestro Jewish wifi funcionando. Y la alegría de vernos, de querernos, de sentirnos la “familia ampliada” que somos, en cada momento y ante cada dificultad, nos motiva aún más.

Vamos alimentando y modificando el software de esta época, ejecutándolo al son del hardware de nuestra tradición y valores. Sentimos que de alguna manera “encuentra gracia a los ojos de D-s” porque crece, nos desarrolla y a la vez nos contiene.

¿Cuál es el secreto? Vivir la era que nos toca tratando de entenderla a la Luz de la Torá en la que vamos hallando las respuestas en un flujo continuo de aportes innovadores con fundamentos trascendentes, por ejemplo: combinando la expertise de cada uno de los miembros, con interés en la búsqueda de soluciones actuales y con la comprensión que nos da el respaldo de los conocimientos de todo el minian y el majane.

Mientras sigamos confiados en que nuestra halajá nos guía en el entendimiento de la Vida, se abrirán nuevas puertas para evolucionar, nos seguiremos desarrollando. Y, para eso, es fundamental que cada uno ayude al otro a crecer“Kol Israel arevim ze la ze”, “cada judío es responsable el uno por el otro”, porque la nueva respuesta a lo mejor no surge de mí, sino del otro. Cuantos más seamos y más nos desarrollemos entre todos, más opciones de continuidad tendremos.

En lo personal ver que Amijai tiene vida propia, que puede continuar sin mí y sin otros que han pasado y dejado su aporte a través de su cuota de voluntad y sabiduría, me permite sentir que está todo bien en nuestras vidas comunitarias.

Miram Lunic
Socia Fundadora Comunidad Amijai